JEAN FOUQUET (Tours, hacia 1420- Tours hacia 1480). Es el pintor más célebre de Francia en el siglo XV. Visitó Roma entre los años 1443-1447 donde pintó un retrato hoy perdido al Papa Eugenio IV, por lo que recibió influencias del Renacimiento Quatroccentista, aunque se le considera un pintor gótico seguidor de la corriente del Gótico Internacional. Su estilo es claramente escultórico, lo que es propio de la pintura gótica francesa en la que se formó.
En Francia estuvo al servicio de la corte real, siendo su mentor Étienne Chevalier, secretario real y jefe del Tesoro, para el que realizó “El Libro de las Horas” hoy desmembrado, cuyas páginas principales se encuentran en el Museo Condé de Chantilly. En 1475 se convierte en pintor de corte de Luis XI un año después de que se encargara la realización de la tumba real.
Destacó por su dominio del dibujo, sus figuras, aún si realiza miniaturas, son de gran monumentalidad. Tenía un temperamento frío y distante que se refleja en sus pinturas, lo que queda reforzado por el carácter escultórico de las mismas.
“Cesar cruzando el Rubicón” (Museo de Louvre, París). Se trata de una miniatura realizada para la obra “La Historia Antigua hasta César” y “Mitos y Verdades”, que era una compilación histórica realizada en el siglo XIII que se hizo muy popular en el siglo XV. Una ley romana prohibía cruzar este río que marcaba la frontera del territorio romano de la Galia Cisalpina con Italia, la finalidad de esta ley era proteger la República de un ataque militar interno, de forma que las tropas romanas establecidas fuera de Italia no podían cruzar el río sin permiso. Julio Cesar cruzó el Rubicón con su armada en el 49 a. C. Iniciando un conflicto armado. Es entonces cuando, según el historiador Suetonio, César pronunció su famosa frase “alea jacta est” (la suerte está echada).
“La lucha de Pompeyo tras la batalla de Farsalia” (Museo de Louvre, París). Formaba parte también de la obra “La Historia Antigua hasta César” y “Mitos y Verdades”. Esta batalla tuvo lugar en el centro de Grecia entre la fracción de los Populares dirigidos por César y de los Optimates liderados por Cneo Pompeyo Magno con apoyo del Senado, ambos bandos estaban formados por fuerzas de la República romana. La victoria de Julio César debilitó al senado y le dio un poder sin límites en la República romana.
“La Construcción de una Catedral” (1465, Biblioteca Nacional, París). Se trata de otro de los ejemplos de decoración de libros con miniaturas.
“Retrato de Carlos VII rey de Francia” (1445, Museo de Louvre, París). Fouquet se muestra como un maestro del retrato psicológico. El rostro del rey muestra su delgadez que acentúa su melancolía, ascetismo y sencillo puritanismo. Resalta la figura enmarcándola con las cortinas y pintando un colorido fondo verde. En el rostro destacan los ojos que denotan profunda tristeza, su nariz que destaca por su tamaño y los gruesos labios que dan un carácter eminentemente escultórico al conjunto. El tamaño de la figura es de tres cuartos y en la base se encuentra la inscripción “ El más victorioso rey de Francia” destacando la victoria que puso fin a la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra. Se trata del más medieval de sus retratos.
“Estienne Chevalier con San Esteban” (1450, Staatliche Museen, Berlín). Se trata del ala izquierda de un díptico que encargó Chevalier para donar a su ciudad natal, Melun. Chevalier, mentor de Fouquet, fue embajador de Francia en Inglaterra en 1445, y después nombrado Tesorero de Carlos VII de Francia. En esta hoja aparece Chevalier con su santo patrono, San Esteban, que viste la túnica de diácono y sostiene un libro y lleva la piedra dentada símbolo de su martirio. La decoración arquitectónica es propia del Renacimiento italiano que el pintor tan bien conocía. Sobre los muros podemos encontrar el nombre del Tesorero. La hoja derecha del díptico representa a una Madonna, que hoy se encuentra en el Museo de Amberes, y es a ella a la que se dirigen las miradas de los dos personajes. Se cree que el marco original estaba realizado en terciopelo azul bordado con las iniciales del donante en oro y perlas, e imágenes de santos dentro de medallones. El díptico se encontraba en la Iglesia de Notre Dame de Melum hasta 1775, fecha en la que se separaron las dos hojas. La datación de la obra se realizó en función de la vestimenta del donante, ya que sigue la moda de esos años y también se basa en la datación lógica de la hoja derecha de la que hablamos a continuación.
“La Virgen y el Niño rodeados por ángeles” (1450, Koninklijk Museum voor Schone Kunsten, Amberes). Se trata de la hoja derecha del díptico de Melun, cuya hoja izquierda que se encuentra en Berlín analizamos anteriormente. Se trata de una imagen de la Virgen con el Niño al que amamanta, su frente despejada es reflejo de la moda de la época en que fue pintada. Las tonalidades de la piel en ambas figuras es muy clara, lo que realza el carácter escultórico de la pintura al tiempo que remarca la languidez. Detrás de las figuras sitúa una corte de ángeles pintados de rojo y azul que resaltan por su bidimensionalidad y que sostienen el trono decorado ricamente con borlas de oro, perlas y piedras preciosas. La tradición cuenta que Fouquet representó a Agnés Sorel, la bella maestra de Carlos VII, y su belleza y su frívola apariencia quedan plasmadas en la obra, algo que no es propio de la Reina del Cielo (María), lo que nos indica que algo de verdad hay en esta tradición. Huizinga, uno de los críticos de la época, nos describe que en esta obra hay una peligrosa mezcla de amor y fervor religioso, algo que roza en lo blasfemo, ya que era conocido el amor del pintor hacia Agnés Sorel. En el reverso se cuenta que Estienne Chevalier donó este díptico como un voto realizado en 1450, esta fecha es probable ya que también se produjo entonces la muerte de Agnes Sorel. La influencia italiana es clara en esta obra, y Fouquet regresó de Italia en 1447 para trabajar en la corte de Carlos VII.
“Piedad” (1445, Iglesia de Parish, Nouans-le-Fontaines)”
“Autorretrato” (1450, Museo de Louvre, París)
“Retrato de Guillaume Jouvenel des Ursins” (1455, Museo de Louvre, París). Es uno de los retratos más renacentistas del pintor, la influencia que Italia tuvo sobre él es clara. Se trata del retrato del Canciller de Francia con Carlos VII y Luis XI. El fondo muestra arquitectura renacentista con paneles de mármol de influencia italiana. El canciller aparece de rodillas en un rico reclinatorio-atril sobre el que se abre un libro de oraciones y en posición de adoración. De la figura voluminosa realizada de forma tridimensional, destacan su manto rojo y oro, sus labios, su prominente rostro, todo para destacar la fuerza, inteligencia y dignidad del Canciller. Muchos críticos han puesto a este retrato a la altura de los grandes del Renacimiento Italiano, como Andrea Mantegna, Piero della Francesca y Antonello da Messina.
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