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domingo, 25 de abril de 2010

PINTURA GÓTICA FLAMENCA: HUGO VAN DER GOES

HUGO VAN DER GOES (Nacido en Bruselas hacia 1436, fallecido en Bruselas hacia 1482). Está considerado por muchos como el más grande de los pintores flamencos de la segunda mitad del siglo XV, seguidor del estilo Gótico Flamenco

Su carrera se vio truncada por su fallecimiento relativamente joven, con 46 años de edad, lo que se añade a que su carrera empezó relativamente tarde, en 1467 cuando se convierte en maestro de pintores de Gante, de cuyo gremio de pintores se convirtió en decano en 1475. Ese mismo año entró como lego en un convento cercano a Bruselas pero no dejó de pintar. En 1481 sufrió una recaída en la depresión, a la que tenía una marcada tendencia y que le llevó a intentar quitarse la vida, un año después falleció. La tradición de considerar a Van der Goes como un perfeccionista enfermizo y un santurrón se debe a unos escritos realizados por Gaspar Ofhuys, monje de su convento, que al parecer tenía celos del pintor y realizó un trabajo sobre su enfermedad.

Las influencias principales en su pintura vienen de Jan Van Eyck.

Van der Goes no firmó ninguna de sus pinturas de modo que la única obra que se le atribuye con seguridad es el Tríptico Portinari de la Galería Uffizi en Florencia. Es en ella en la que observamos la maestría del pintor a la hora de realizar los detalles, plasmar la perspectiva, terminar una perfecta composición, jugar con el color y realizar con maestría los retratos a los que carga de gran profundidad psicológica. Pinta con témpera y óleo sobre tabla y lienzo.

Tríptico del Calvario” (1465-1467, Catedral de San Bavón, Gante). Tradicionalmente atribuido a Justo de Gante (Ojos van Wassenhove), hoy nadie niega que saliera de la mano de Van der Goes. Los tres paneles que muestran escenas diferentes se encuentran unidos por el paisaje montañoso del fondo y por el cielo cubierto de nubes. Es una de las obras en las que Van der Goes se muestra más claramente como maestro del dibujo y del color, que utiliza también para jugar con luces y sombras.


El panel central muestra a Cristo en el centro clavado en una altísima cruz y con un ladrón crucificado a cada lado aunque con los brazos envolviendo los maderos trasversales en lugar de estar clavados como Cristo. Esta manera de representar a los ladrones fue muy típica durante siglos, queriendo de esta manera diferenciar el tormento de Cristo de sus tormentos.




A la izquierda de Cristo vemos a María, San Juan y las santas mujeres;


y a la derecha un grupo de hombres a caballo que representan a las autoridades judías que entregaron al Maestro.



Al fondo podemos ver la ciudad de Jerusalem. Pero son los paneles laterales los que dan al conjunto el carácter de obra de arte.



Se trata de escenas que aluden al libro del Éxodo. A la izquierda vemos a Moisés junto a una gran roca que oculta el paisaje de fondo. El patriarca hunde su vara en las amargas aguas de Mara para endulzarlas y que así el pueblo judío pudiera beber.


Unos beben el agua en sus manos, las madres dan de beber a sus hijos y un anciano tiende una taza a su nieto. El agua hace referencia a Cristo, que es Agua Viva que sacia la sed de los que le siguen.


El panel derecho muestra la escena de la Serpiente de Bronce, que al mirarla, libraba a los judíos de la muerte por la picadura de las serpientes. El pueblo discurre por un valle cerrado, sobre la montaña Moisés eleva su vara que se convierte en una gran serpiente que salva al infiel pueblo judío de la plaga que lo azotaba.



La serpiente de bronce simboliza a Cristo en la Cruz, que al que lo observa con devoción le trae la salvación eterna.



Díptico de Viena”: “La Caída” (1467-1468, Kunsthistorisches Museum, Viena). Se trata del panel izquierdo de un díptico que en el panel derecho mostraba La Piedad. Es una de las primeras obras de Van der Goes y tiene gran influencia de Jan Van Eyck. Hace un estudio del desnudo muy del gusto flamenco y con poca carga erótica.


“La Piedad” panel derecho del díptico de Viena.


La Piedad” (?,The Hermitage, San Petersburgo) Copia de la anterior que se encuentra en Rusia.


Retablo de Monforte” (1470, Staatliche Museen, Berlín). Considerada la obra maestra de Van der Goes. Recibe el nombre porque fue realizado para un convento en dicha ciudad que más tarde pasó a los Jesuitas, hoy se encuentra en el Museo de Berlín. Del tríptico original solo el panel central ha llegado a nosotros. La temática es la adoración de los magos.


La escena se sitúa en las ruinas de un palacio en el que se encuentra la Sagrada Familia, a él acuden los Magos para adorar al Niño. A través de la pared se asoman un grupo de aldeanos que observa la escena. Su gusto por el detalle anecdótico lo encontramos en la pequeña ardilla que corre sobre la viga de la ventana del fondo.



Pero lo que destaca es el juego de coloridos, variados y luminosos, que lo califican como maestro del color. Así como de los juegos de sombras que le ayudan a estudiar el espacio.


Se muestra como maestro del detalle en el tratamiento de metales, cerámicas y naturalezas muertas.


El conjunto permite al pintor estudiar la perspectiva, al tiempo que abre un paisaje de fondo donde analiza la vida rural.


Como detalle ya introduce al tercer rey mago, Baltasar, como un hombre de color. El conjunto muestra también sus grandes dotes de retratista, ya que cada personaje es individual y sus gestos y psicología diferentes.


Crucifixión” (1470, Museo Correr, Venecia). Nos muestra un profundo sentido de sufrimiento en los rostros de María y de San Juan, para muchos expresión del propio tormento interior del pintor. Las tonalidades y la composición del paisaje ayudan a agudizar el dramatismo del conjunto.


Jacob y Raquel” (1470, Christ Church Picture Gallery, Oxford) Realizada en pluma y blanco sobre papel gris. Se trata de un boceto para una tabla mayor.


Retrato de un hombre” (1475, Metropolitan Museum of Art, New York). Muestra las dotes como retratista de Van der Goes.


Tríptico Portinari” (1476-1479, Galleria degli Uffizi, Florencia). Es la obra que se sabe con seguridad que salió de su mano. Se trata de un tríptico de gran tamaño. Encargado por Tommaso Portinari, banquero de la familia Medici, en uno de los viajes a Brujas. Estaba destinado a la Iglesia de Santa María la Nuova de Florencia, concretamente para el altar de San Egidio, fundada por la familia Portinari. Su llegada a Florencia supuso todo un acontecimiento, e influirá grandemente en los pintores Renacentistas de la época como Luca Signorelli, Ghirlandaio y Leonardo. El Panel central muestra la Adoración de los Pastores, la hoja derecha muestra a María Portinari con Santa María Magdalena y Santa Margarita, y el panel izquierdo muestra a Tommaso Portinari junto con San Antonio y Santo Tomás.


El panel central muestra a Cristo Niño sobre el suelo en el centro de la representación y rodeado por una aureola de luz. María lo mira con adoración de rodillas a su izquierda. El tamaño de la figura de María destaca sobre todas las demás, especialmente los ángeles de primer plano y del fondo que son de menor tamaño que las demás figuras de la tabla.



La figura de San José aparece discretamente apartada en el lado izquierdo de la tabla.


Las figuras son las que más se adaptan a las formas de representar del arte Flamenco entre las obras de Van der Goes.


Pero por otro lado vemos un acentuado estudio del espacio jugando con la distribución circular de las figuras y el fondo que se abre en paisaje y construcciones, concretamente una iglesia, lo que da intemporalidad al conjunto.


El detalle simbólico lo ponen las flores: el lirio naranja símbolo de la pasión; los lirios blancos, flor preferida de van der Goes y los tallos de Columbina que simbolizan la melancolía y los sufrimientos de la Virgen. La gavilla de trigo esparcida tras las flores simbolizan la Encarnación y la Eucaristía.


El panel izquierdo muestra de rodillas a Tommaso Portinari junto con sus hijos Antonio y Pigello sobre los que aparecen San Antonio Abad y Santo Tomás, patronos de la familia. Los donantes aparecen demacrados y su plasmación es casi escultórica, frente a la majestuosidad y solemnidad de los santos patronos que se representan en tamaño mucho mayor. Al fondo la imagen de María y José haciendo su camino hacia Belén.


En el panel derecho María Baroncelli, mujer de Tommaso Portinari, también de rodillas junto a Margarita, su hija mayor, y acompañadas por Santa Margarita y Santa María Magdalena. El dragón habla de la historia de Santa Margarita, que fue enviada a la cárcel por rechazar a el gobernador romano Olibrio, allí sufrió el ataque del diablo, se puso a orar y fue devorada por un dragón de cuyo vientre escapó gracias a un crucifijo con el que hizo un agujero. Al fondo de la imagen vemos a uno de los siervos de los Reyes Magos que están al fondo y que se encuentran en camino hacia Belén.


El reverso de las hojas muestra la escena de La Anunciación en tonos monocromos. Ubica a cada figura dentro de una hornacina de arcos de medio punto. La imagen de la Virgen aparece coronada con el Espíritu Santo en su tradicional figura de paloma. Hay un gran juego de sombras que acentúan el carácter escultórico de éste tipo de pintura. A pesar de esto el movimiento de las figuras es claro, no solo en la figura del ángel, sino también en los pliegues del manto de María.


Tríptico de la Virgen María” (1478, Städelsches Kunstinstitut, Frankfurt). Se trata de la tabla central de un tríptico. El marco es el original.


Retrato de donante con San Juan Bautista” (1478-1480, Walters Art Museum, Baltimore, EEUU) Se trata de la hoja derecha de un díptico.


Adoración de los Magos” (1480, Staatliche Museen, Berlin). Pinta esta obra en los últimos años de su vida, cuando ya estaba retirado en el monasterio cerca de Bruselas. Los detalles cobran importancia y sin embargo no es tan detallista con los rostros como en obras anteriores. De esta manera la composición no tiene una cohesión como en otras de sus obras, pero al tiempo parece querer romper con la tradición y mostrar nuevas formas de representación del conjunto, añadiendo figuras y motivos diversos. Pero el conjunto no muestra la profundidad que era tradicional en las pinturas de Van der Goes, lo que hace pensar que se trata del banco de un retablo mayor, de ser así el tamaño de dicho retablo debía haber sido enorme y ninguna noticia nos ha llegado sobre ello, al mismo tiempo no era tradicional realizar bancos en los retablos flamencos, por lo que todo ello no deja de ser una conjetura.

La imagen de la Virgen y San José aparecen en el centro, simétricamente colocados de rodillas a los lados del pesebre que es el eje de la pintura y que le permite estudiar la perspectiva. Se encuentran rodeados de ángeles que parecen querer estar cerca del Niño.


A la derecha abre una ventana que nos permite ver el anuncio a los pastores, al tiempo que ya algunos de ellos se asoman por el lado derecho de la pintura. En primer plano dos profetas descorren unas cortinas lo que parece simbolizar el cumplimiento de las profecías.



Díptico del Descendimiento” (1480, colección particular y Staatliche Museen, Berlín). Se trata de un óleo sobre lienzo. Son dos pequeñas representaciones por lo que recibe el nombre de pequeño descendimiento. La hoja izquierda muestra a Cristo bajado de la Cruz, realizado con un estudio anatómico preciso.


La hoja derecha muestra a María rodeada de las santas mujeres y junto a San Juan con una profunda muestra de dolor.


La Muerte de la Virgen” (1480, Groeninge Museum, Brujas). Fue realizado probablemente para la Abadía de las Dunas de Koksidje, que se trasladó a Brujas en el siglo XVII. Su realización debió coincidir con el episodio de locura que le llevó a un intento de suicidio, lo que hace más dramática su lectura. Se considera la obra maestra del pintor en su última etapa. Se trata de una tabla cuadrangular que representa la escena en una habitación cerrada. Los apóstoles se distribuyen alrededor del lecho en el que se encuentra María.


Es el último aliento de la Virgen, entre la vida y la muerte que es la vida verdadera. María aparece desprendida, contrastando con el dolor profundo de los Apóstoles.



El rostro demacrado de la Virgen destaca sobre los tonos malvas y azules del lecho y el manto. María eleva la mirada mortecina y sin brillo al Cielo, donde aparece Cristo en Majestad, con el manto de Gloria y de Pasión, rodeado de ángeles y mostrando las llagas de sus manos.


Los apóstoles muestran una gran variedad de colorido jugando con los azules, rojos, ocres y blancos.


En este detalle vemos a San Pedro que sostiene un cirio que simboliza la Luz de la nueva vida.


El dolor en el rostro de los apóstoles que se une a un profundo sentimiento de veneración muestra cual era la evolución espiritual del propio autor, que busca en los detalles subrayar el sentido trascendente de la vida.